Esta pasada Semana Santa se ha difundido por redes sociales un vídeo grabado por una vecina de Bilbao, en el que se puede ver el acoso sufrido por un niño por parte de otros niños y niñas del parque debido a su color de piel.
En el vídeo se puede ver cómo a pesar de la presencia de la madre del niño, el resto de muchachos del parque le impiden jugar, le tiran del pelo e insultan, y llegan incluso seguirlo cuando su madre lo lleva a una esquina solitaria del parque a jugar, hasta que finalmente madre e hijo tienen que abandonar el área de juegos sin que ningún otro adulto intervenga.

A raíz de éste vídeo, que ha generado un gran debate en las redes sociales, hablábamos el pasado martes en los micrófonos de la Cadena Ser Talavera sobre la responsabilidad de los padres de educar en para la plena integración e igualdad de todas las personas (enlace al final del artículo).

En primer lugar es necesario ser capaces de distinguir la burla del acoso, así como de identificar los motivos de éste. La gravedad de este caso reside en el hecho de que se hace explícito que el motivo del rechazo que sufre el pequeño es su color de piel. No toda burla es acoso, ni todo acoso está motivado por el racismo, pero hay que saber medir la gravedad de la situación y actuar en consecuencia. La primera clave que extraemos, pues, es la necesidad de ser claros: sí, hablamos de integración plena de todas las personas, pero es muy importante señalar cuál es la fuente de discriminación, hay que ponerle nombre y señalarlo: es RACISMO, no una discriminación aleatoria.

Se vuelve necesaria una reflexión colectiva, y es que cuando salen a la luz noticias como éstas solemos escandalizarnos, debido a la crudeza de la situación, pero sin embargo no debemos olvidar que los niños no dejan de ser un espejo en el que la sociedad se mira. Sus actitudes, comportamientos y maneras de relacionarse no son innatas, sino que las aprenden de su entorno y de las personas que les rodean, especialmente de los adultos por ser figuras de referencia y autoridad. Para todos nosotros es familiar la figura de padres y madres que no se sienten bien con el hecho de que sus hijos compartan parque o escuela con gitanos, negros, rumanos…Este caso se ha hecho viral pues resulta muy llamativa la corta edad de los niños implicados, pero no es aislado, sino que forma parte de la cotidianeidad de las personas que sufren este acoso, independientemente de la edad. Situaciones como la de Bilbao son la prueba de que existen dos necesidades urgentes: primero, la de que nosotros como adultos revisemos nuestras actitudes y comportamientos, y segundo, la de hablar directamente de racismo con los niños.

Llegados a este punto, todos y todas tenemos claro que hay que intervenir y hablarles a los niños sobre acoso y racismo, pero… ¿cómo? pues en positivo, por supuesto: sobre todo ayudándoles a identificar y reconocer la diversidad de su entorno desde muy pequeños, para que la normalicen (una película, una cena, un nuevo amigo… cualquier ocasión es buena para enseñarles que las personas y cosas que nos rodean tienen orígenes y culturas diversas). Se trata de que aprendan que todos somos personas con orígenes y elementos culturales diversos, algunos nos son comunes y algunos distintos. También es importante que sepan que a veces las personas excluyen a otras por este motivo, lo cual está mal. Hablar en positivo no significa negar ni maquillar una realidad que sigue resultando excluyente, sino poner el acento en lo que nos une y no en lo que nos divide.

Nos gusta pensar que el racismo ya no existe, todas y todos vivimos desde hace ya muchos años bajo el discurso de la no discriminación por motivos raciales o culturales. Sin embargo, cuando se pregunta a las personas racializadas, su perspectiva es diferente. Todas ellas afirman haber pasado por esta clase de experiencia: “Me gustaría que este vídeo os hiciera reflexionar. Mi infancia ha sido así, relacionándome con niñas y niños que no me dejaban jugar (aunque por suerte no me agredieron físicamente). Más de 30 años después las cosas no han cambiado mucho”, escribía la mujer que hizo público el vídeo desde su cuenta de Twitter, la activista afrofeminista Desirée Bela-Lobedde. La sociedad lucha contra el racismo sí, pero solo cuando se hace explícito e innegable. Seguimos teniendo que dar voz a las personas racializadas para hacernos conscientes de que todavía tenemos normalizados actitudes e idearios que desembocan en aprendizajes racistas para nuestros hijos.

Cuando presenciemos una situación como esta: debemos interceder siempre por la persona que está siendo acosada, preguntando en primer lugar si se encuentra bien y necesita o quiere apoyo. Es importante también que pongamos el foco en los padres. Los niños y niñas están reproduciendo lo que han aprendido, además para ellos es un acto que queda impune y por lo tanto no supone un problema. Es con los padres con quienes habría que aclarar la situación, y que sean ellos quienes hablen con sus hijos.

Pero sobre todo, lo más importante es tomar conciencia y actuar, no dar por hecho que nuestro hijo nunca haría algo así sino enseñarles que, aparte de no hacerlo, hay que actuar cuando se presencia una situación de racismo. Actuar no significa reprender a los niños y hacerles sentirse violentos, sino apelar a la responsabilidad de los padres.
No son cosas de críos sino que es, como siempre decimos, el espejo en el que a veces, nos resulta incómodo mirarnos.
Marina Cenamor – Educadora Social