Se nos acumula el trabajo en el Proyecto de #EntrePaseos de la Asociación Alganda, eso es bueno, aunque debemos prestar atención en dedicar el tiempo necesario para la reflexión sobre cada una de las actividadesy acciones realizadas, como es el caso del coloquio “Historias de la Migración”.

La tarde del 28 de Octubre junto a la Asociación Islámica Al-Hijra de Talavera, ACCEM Talavera, Opre Roma, Asociación Talaverana del Pueblo Romaní y Estudiantes en Movimiento, hablamos de migración e integración. Desde la Asociación Alganda Servicios Sociales junto a la Asociación Al-Hijra de Talavera, por tercer año consecutivo se propuso realizar este Coloquio y encuentro para fomentar el conocimiento “del otro” y las relaciones interculturales. En esta ocasión se unieron más entidades, desde una perspectiva más personal para conocer el proceso y a la persona, no al inmigrante. Un Coloquio que por el número de participantes, más de 100 personas, interesó y gustó. Durante el Coloquio contamos con el conocimiento de Luz Olsent como moderadora, Antropóloga y profesora de Migraciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Comenzamos la tarde conociendo el proyecto de ACCEM de Talavera, por el estado de protección que tienen los extranjeros que acceden a estos recursos no pudieron participar personalmente, Esther y Fátima técnicas de esta entidad dieron voz a su proyecto y a los refugiados. Nos acercaron no sólo al conocimiento sino al sentimiento de personas y familias que se ven obligados a abandonar su ciudad natal por supervivencia, y cómo es la llegada a España y los primeros meses e incluso años hasta obtener el estado de refugiado. Es un proceso cargado de irregularidades e incoherencias y aun así, es a estas personas a las que se las responsabiliza y piden que se integren en un sistema, en la sociedad.

Abdullah, secretario de la Asociación Islámica, nos llevó a conocer su historia de migración de Marruecos a Francia hasta llegar a Talavera. Frases como las siguientes es un buen resumen de este proceso y nos invitan a reflexionar: “Yo nunca pensé en migrar”, “Si no tengo oportunidades¿qué hago? Sólo me quedaba irme”, “Lo más duro, no poder visitar a mi familia”, “He trabajado en condiciones muy muy duras, no tenía papeles ¿qué podía hacer? Pues nada más que trabajar y ya está”. A la pregunta de cuándo se podría considerar integrado, cuándo se encontraba bien en España, su respuesta lleva a la sonrisa y confianza: “Cuando después de conseguir los papeles, viajé a visitar a mi familia y me acompañaron mis amigos españoles, viajamos en el mismo coche, estuvieron en mi casa, con mi familia. No se me va a olvidar nunca, el que me acompañaran en algo tan importante”. Sin duda, la integración se basa en eso, en compartir tanto los momentos buenos como los no tan buenos de nuestra vida cotidiana.

En esa tarde contamos con la historia de Abdullah y un emigrante español que trabajó durante 14 años en Chile y México. Aunque Ángel nos relatara su buena experiencia en ambos países latinoamericanos, no está exenta de dificultades más de choque cultural que de integración. La situación de inicio es diferente en estos dos inmigrantes, ambas experiencias comparten “la necesidad de buscarse la vida”, pero no parten desde la misma casilla de salida. El reconcomiendo de estos dos inmigrantes en la comunidad receptora es diferente, el primero con obstáculos para el trabajo, para su “legalidad” y para su integración. El segundo ciudadano con un trabajo en una importante compañía y puesto reconocido y con documentación en regla desde el inicio, facilitándose su integración en la sociedad receptora. El primero procede de un país en desarrollo (Marruecos), el segundo de un país considerado desarrollado (España).

Terminamos la tarde con una “bofetada” de la realidad, aunque no nos gusté está en nuestro día a día. Nuestra respuesta “yo no”, pero la sociedad sí. La hipocresía del interés y la movilización de proteger las culturas indígenas de otros territorios y atacar a una cultura-etnia como es la gitana que coexiste en la sociedad española desde hace siglos. Sin duda, un proceso migratorio que todavía no ha culminado en una integración real. Diego, presidente de la Asociación Opre Roma, desde un relato personal compartió su experiencia como gitano. Porque el racismo hacia la etnia gitana se encuentra en nuestro día a día, estas frases cotidianas que las dicen la mayoría de los ciudadanos son ejemplo de ello: “Pareces un gitano” o “Es comparar a Dios con un gitano”. A estos comentarios y actitudes continúa: “Son ellos los que no se quieren integrar, no soy racista pero…” o “Tengo un vecino gitano, y no tengo problemas”. Pues vecinos y vecinas, estamos poniendo el primer obstáculo con ese “pero”, con nuestras conversaciones diarias y responsabilizando a “ellos” de la integración, cuando es un proceso de tres agentes: natural, extranjero y administraciones. Muchos de nosotros tenemos vecinos gitanos o hemos ido al colegio con gitanos, pero no tenemos amigos y familia gitana.

La Historia y las Historias de la Migración continúan…