Sin lugar a dudas las fechas navideñas suponen en aquellas personas y sobre todo las mayores, un agravamiento de sus sentimientos de soledad. Y si bien para muchas y muchos las restricciones hayan supuesto una alegría al tener una excusa para no reunirse con la familia, para las personas mayores que viven solas puede suponer acentuar esa soledad.  Esto se debe en gran medida a las asociaciones culturales y sociales que se tienen sobre la Navidad, como estar en familia, los reencuentros, los abrazos o los banquetes.

Así pues no es que las personas mayores estén más solas en Navidad que el resto del año, sino que existe una mayor concienciación de lo que estas fechas suponen, por lo que esa sensación de tristeza y vacío se puede ver acentuada. La Navidad puede despertar recuerdos que compartidos con seres queridos los cuales ya no están ose encuentran lejos, aumentando  los sentimientos de nostalgia, tristeza y soledad. También puede ocurrir que algunas personas renieguen de las fechas porque han perdido a algún ser querido y sienten  que ya no tienen qué celebrar o porque la situación familiar es complicada y viven solas sin que nadie las visite o se encuentran en un centro residencial.

Si esta es nuestra situación o creemos que a alguna persona en nuestro entorno le puede estar ocurriendo esto aquí van unos cuantos consejos e ideas que pueden ayudar:

 

  • Hacer actividades: no dejes de hacer cosas que te gustan y de las que disfrutas, leer un libro, escuchar música, cocinar un plato nuevo o salir de compras pueden hacer que te sientas mejor. Además salir a pasear aparte de ser muy saludable puede ayudarnos a conectar con la gente, aunque no conozcamos a la gente con la que nos crucemos, pero eso nos ayuda a sentirnos parte de algo.

 

  • Contactar con otras personas: a veces hay que tomar la iniciativa y no esperar a que sean los demás quienes nos llamen. Puedes escribir o llamar a tus familiares y seres queridos que se encuentren lejos y si es posible incluso quedar para hacer alguna actividad juntos.

 

  • Escuchar: lo más difícil en la mayoría de casos es escuchar sin juzgar y sin dar consejos. Muchas veces las personas solo necesitan sacar y compartir su malestar y el mayor regalo que podemos hacerles es ser generosos con nuestro tiempo.

 

  • Proponer planes: en caso de que sea posible podemos proponerle actividades que le resulten novedosas e interesantes y que impliquen un pequeño reto para ellas.

Como siempre, en caso de que sintamos que no podemos más, que no disfrutamos de las cosas que antes nos gustaban o que somos incapaces de seguir lo recomendable sería acudir a un profesional de la salud y pedir ayuda.

Aitor Jiménez, psicólogo de Alganda Servcios Sociales

Nº Col. CM-2704