Escuchando una canción del grupo inglés Oasis, que dice “Some might say they don’t believe in heaven, Go and tell it to the man who lives in hell” (“Alguien puede decir que no cree en el cielo, ve y díselo al hombre que vive en el infierno”), me acuerdo de aquellos padres y madres que están actualmente viviendo un infierno en su propia casa, debido a los problemas de convivencia con sus propios hijos e hijas, en la mayoría adolescentes de entre 14 a 20 años, y que han convertido su juventud, su adolescencia en una lucha continua de ganar, contra su propia familia.

Actualmente nos estamos encontrando en muchos domicilios de Talavera de la Reina, y que se hace extensible a muchos hogares españoles, donde el paso de la niñez a la edad adulta se está convirtiendo en un calvario, y que esto que vemos en televisión en el programa de Hermano Mayor, muchas veces exagerado y llegado a extremos y extenuación, es el día a día de muchos padres y madres, que son incapaces de educar o ayudar a sus propios hijos e hijas.

Hogares donde los miembros de la familia están más a gusto, fuera de él, que dentro, y que el lugar donde debiera ser el espacio del descanso, de la tranquilidad, el lugar al que regresamos diariamente, para descansar, se convierte en el lugar donde existe una guerra entre padres y madres versus hijos/as. Una guerra absurda vista desde fuera, pero que lima las capacidades de buscar una solución real y duradera, donde los padres y madres se ven desbordados por las actitudes y conductas de sus propios hijos e hijas, pero a la vez responsables de su situación.

Y muchos de ellos cuando llegan a nuestro Gabinete de Trabajo Social en Alganda Servicios Sociales, vemos a padres y madres a punto de tirar la toalla en la educación de sus hijos e hijas, padres y madres que han cedido y dado todo en pro, de una buena relación con sus hijos e hijas. Y aún con esas, llegan a tener una buena relación, y muchos empiezan a cuestionar su capacidad de ser padres y madres.

Claro está, que existe una responsabilidad de los padres y madres en la situación que están viviendo, y que muchas veces cuando vemos en la televisión los problemas de los jóvenes, parece no existir, y esa es la clave para la intervención, y sobre todo para el cambio. Y quiero dejar fuera la parte culpa, y cambiarla por la responsabilidad, pues el término ya nos hace ver el problema de forma diferente. Aceptar que nos hemos equivocado a la hora de tomar decisiones, nos ayuda a saber que debemos cambiar las decisiones, pero nos dice que tenemos maniobra para hacerlo, y que se puede hacer.

El estado en el que vienen los padres y madres en muchos casos a las sesiones, al gabinete, muchas veces es de frustración, esa misma que ellos no fueron capaces de enseñar o educar a sus hijos e hijas, y que en estos tiempos que corren, es muy fácil ver en las enseñanzas de nuestros padres y madres, pero muy difícil en las nuestras.

Por lo que queremos ayudar a los padres y madres, y que cuando llegue la edad de 13 o 14 años, y vean que no son capaces de dirigir el hogar, empiecen a pensar en poder pedir o solicitar ayuda, para que eso no se convierta en las agresiones y en un hogar roto años después. Que si apreciamos que no somos capaces de poder establecer unas normas básicas, aunque negociables, para la convivencia del domicilio, poder solicitar ayuda para marcar esos límites, para empezar a dirigir correctamente la gran etapa, y difícil, de nuestros hijos/as, La Adolescencia.

Para el joven, que a veces le ponemos como el malo de la película, la adolescencia es una etapa muy controvertida. Pasa de ser un niño o niña, a ojos de sus padres, para empezar a ser un adulto futuro, a ojos de la sociedad. Empieza a descubrirse como persona, con todos los problemas de autoestima y autoconcepto que ello conlleva, empieza a diferenciarse de su familia o cuna, tanto de nacimiento como desarrollo infantil, para empezar a encontrar su espacio en la inmensa sociedad.

Una etapa preciosa de vivir, con muchos descubrimientos, pero con muchos miedos para los propios jóvenes, el primer cigarro, nuestra primera novia/o, salir sin los padres o madres a tomar algo, el cine, un espacio nuevo de libertad, de tomar decisiones, pero de muchas dudas y muchos problemas, como de aceptación de grupo, de amigos, de instituto, cambios hormonales, etc., quizás la etapa más difícil de un ser humano, y que en muchos casos, sobre todo en la actualidad, conllevan a un enfrentamiento con sus padres y madres, y una lucha intergeneracional. Cuantas veces la frase “mis padres no me entienden” o “es que las cosas han cambiado de tu juventud a la mía”. Frases que no dicen nada, pero que esconden la esencia de la adolescencia. “La edad del Pavo”.

Llegados a este punto, desde nuestra experiencia, pensamos que ante un problema del que hemos hablado no es culpa de uno y otro, sino responsabilidad de ambos, responsabilidad de la propia familia, y hay que trabajar desde el seno de la familia para poder solucionar los problemas. Siempre se puede salir de las situaciones conflictivas. Y en caso de necesitarlo, contar con profesionales de apoyo especializados.