Comenzábamos esta semana con una noticia que sin saber muy bien por qué, ha pasado  casi de puntillas por los medios de comunicación, el suicidio se convierte en la principal causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.  Ya tenemos disponibles los datos correspondientes al pasado año 2019 y los datos son demoledores,  en 2019  se contabilizaron 309 jóvenes que acabaron con su vida, cifra que por primera vez supera a la de víctimas de tráfico en  la misma franja de edad. Estos dos datos se pueden relacionar de una forma bastante curiosa, mientras que la siniestralidad de jóvenes en accidentes de tráfico ha disminuido un 40%, en gran parte debido a la inversión social en prevención y psicoeducación, en la última década, los suicidios en el mismo grupo poblacional han aumentado en un 30% y los intentos de suicidio se han incrementado en un 27%.

Si bien es cierto que es bastante probable que las cifras de suicidios disminuyan en el 2020, debido a que pasamos buena parte del año confinados y el hecho de estar con gente supone un muy importante factor de protección a la hora de realizar intentos de suicidio.

Y continuamos la semana con la gimnasta norteamericana Simone Biles la cual ha sido noticia a causa de retirarse de la competición durante los presentes juegos olímpicos que se están disputando en Tokio, Japón. Y es que tras realizar un salto fallido decidió retirarse de la competición. En un primer momento se barajó la hipótesis de una posible lesión o molestia muscular, si bien fue ella misma la que comunicó que se debe al cuidado de su salud mental, que no se encontraba bien y no podía dar el cien por cien en la pista. Tras esta noticia han surgido dos posturas completamente opuestas, por un lado, los que entienden que la salud física justifica el abandono pero la salud mental es de ´´flojos«  y  por otro todos los profesionales tanto de la élite deportiva como psico-sanitaria que nos ponemos en pie para aplaudir la valentía que ha tenido Biles para hablar alto y claro y expresar lo que muchas deportistas han ocultado y sufrido en silencio, la ansiedad y la depresión.

Necesitamos de una vez por todas acabar con el tabú de la salud mental y al igual que todos podemos rompernos una pierna o ponernos enfermos todos podemos sufrir ansiedad o depresión  y eso no nos hace más flojos y débiles. La salud mental es una dimensión más de la salud, igual de importante que la física y es por eso  que debemos empezar a darle la importancia que merece, primero para que la gente que sufre problemas mentales no se sienta avergonzada o culpable de su patología y que cuando alcen la voz y pidan ayuda no se sientan señalados y solos, porque ese sentimiento puede llevarse muchas cosas por delante, incluida la propia vida y eso es algo que como sociedad no nos podemos permitir.

Aitor Jiménez, psicólogo de Alganda Servicios Sociales

Nº Col. CM-02704